Hay un par de situaciones que me han llevado a escribir este artículo sobre comercio justo, no en sus sentido estricto, si no en nuestra responsabilidad y empatía como viajeros con las comunidades que visitamos. Si bien ahorrar mientras viajamos siempre es un tema importante, no debemos perder de vista, que muchas veces la gente que nos vende algún producto o servicio lo hace para sobrevivir.
Es cierto que hay países donde los comerciantes están esperando que los viajeros/turistas regateen los precios, donde incluso incitan a esta práctica y en tantos otros se aprovechan de los turistas, no poniendo los precios de los productos y manejando un precio para turistas latinos y otro más alto para europeos y norteamericanos. Esto lo viví en México y Colombia y he sido testigo de los precios desmedidos aquí en Chile en ferias artesanales, cuando quien les pregunta tiene acento extranjero, lamentablemente.
Pero lo que me produce molestia y el motivo de este post es otro. Creo que como viajeros tenemos que ser responsables y valorar el trabajo y el comercio justo. Ya en tres oportunidades he visto situaciones que me rompen el corazón, por la falta de empatía de los viajeros.
La primera cerca del cementerio de trenes en Uyuni, Bolivia. Tres turistas de habla inglesa, intentaban comprar unos trabajos tejidos en telar por mujeres que, a simple vista, se veían muy pobres. Sus nietos correteaban alrededor sin zapatos. Este tipo de trabajos ya los venden a un precio muy barato, aún cuando son muy trabajosos de hacer, sin embargo a ellos no les importaba nada, querían pagar la mitad.
La segunda vez fue en Perú, volviendo a la van de turismo que nos había llevado a Pisac, dentro del recorrido al Valle Sagrado. Se acercaron 2 niños que no tenían más de 6 años, a vendernos unos llaveros con una llama. No alcanzaban a costar un dólar cada uno, pero no, de nuevo un grupo de turistas queriendo que, por llevar 2, les regalaran uno extra. Además de lo mucho que me duele el trabajo infantil, creo que el precio no daba para, además, querer sacar provecho de la situación.

Mujer trabajando a telar – Chinchero – Perú
La tercera instancia fue distinta, estaba en San Blas, Panamá, a bordo de un catamarán, donde estaba alojando para conocer un poco del archipiélago. A lo largo del día pasaban canoas talladas, con indígenas de la comarca Guna Yala, comercializando lo que habían pescado en el día.
Entre ellos pasó una canoa de mujeres Guna vendiendo sus tradicionales “molas”, que son una especie de bordado de telas sobre telas con costuras invisibles, muy trabajosas, que cuentan historias y son muy coloridas.
Cuando se acercaron, la marinera del barco me pregunta si me interesa ver su trabajo, le digo que sí, pensando “esto debe ser carísimo” y mientras las mujeres subían al catamarán la marinera me pregunta “¿hablas inglés?” le respondo que sí y me dice, te hablaré en inglés delante de ellas. Lo primero que pensé es que las mujeres ponían los precios muy altos y que ella me aconsejaría sobre los valores.
Empecé a ver los trabajos y me encantaron! elegí dos molas para convertirlas en cojines y una para traer de regalo, tenía miedo de preguntar los precios, pensaba que cada una debía costar entre 30 y 60 dólares por la cantidad de trabajo que había en ellas! al preguntar una de ellas me contesta que cuestan 6 dólares, pero que me dejan las 3 en 15! No sé qué cara puse, miré a la marinera y me dice en inglés, “ellas son muy pobres, no saben cómo cobrar, si consideras que su trabajo vale más que eso siéntete libre de pagarles un poco más, ellas no se van a ofender”. Me dio mucha tristeza pensar lo mucho que deben aprovecharse de ellas…

Mujeres Guna con sus trajes típicos, mostrando sus molas – Las canoas de los Guna
Muchas veces como viajeros llegamos a mercados donde sabemos que las miniaturas de la Torre Eiffel, o de Chichen Itza son chinas, producidas en serie y que tienen un costo de producción muy bajo y nada de artesanal. Pero si se encuentran en lugares donde con sus propios ojos ven el trabajo de los locales y que claramente su finalidad es poder comer, vestir y educar a sus hijos a partir de eso, por favor valoren esto y paguen lo que corresponde.
No olvidemos que esos países que visitamos y que consideramos “baratos”, la mayoría de las veces lo son también porque no toda su gente vive de la mejor manera, porque hay problema con el acceso a servicios y bienes básicos y el turismo les permite generar los ingresos que necesitan para vivir. Como viajeros seamos un aporte a estos artesanos esforzados, que a través de esto intentan sacar adelante a sus familias.
¿Han vivido alguna situación similar? los invito a opinar sobre el tema en los comentarios 🙂
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Hola! me pasó en Sucre que un señor se me acerca en la calle a venderme unas mantas hechas en telar, a mano, con lana natural, teñida a mano también… La verdad es que ya había comprado cosas y me quedaba un día de viaje, por lo que no pensaba gastar. Al preguntarle el precio por curiosidad me dice 150 bolivianos, cosa que me pareció extremadamente barato por el trabajo, que era artesanal y original. No se qué cara puse que enseguida el hombre me dice: Amiga! lleve a 70!!. Ante mi negativa me lo baja a 35… Me entristeció mucho, asi que le expliqué mi situación y que, de todos modos, me parecía demasiado barato. Cómo termina la historia? Le compré la manta por 200. Qué se yo…no me parecía justo pagar menos.
Hoy tengo una manta de dos plazas y media que abriga por cincuenta!
Qué linda historia! Me encantó! A mi se me dibuja una sonrisa cada vez que veo mis cojines, por su historia y por lo que aprendí de esas mujeres 🙂 gracias por compartir tu experiencia
Por fin alguien que piensa como yo fui a cartagena y vendia una abuelo sin dientes u un trabajo hermoso echo en cuero con muchos detalles por 20.000 pesos colombianos que eran como 4500 pesos chilenos y mi papa decia que lo dejara mas barato pero si ya era muy barato !!!!creo que hay que pagar el precio justo es tan simple, me encanto tu blog
Me alegro mucho de poder representar el pensamiento de más viajeros y definitivamente creo que es un tema con el que debemos sensibilizar… muchas gracias Mary por tu comentario y bienvenida al blog cuando quieras! ?
Hola, me ha encantado este post y desde luego no soy de las que regatea cuando visito algún espacio de comercio justo, feria o similares.. Sólo regatee en Egipto y porque allí se considera incluso de mala educación no hacerlo. Me lo pasé pipa, todo sea dicho. Muaksss
Excelente artículo! Creo que nadie se detiene a pensar en el trabajo, esfuerzo y vida que ponen esos artesanos o locales.
Ojalá todas las personas que se dedican a viajar pensaran igual.
Una vez mochileando por Peru con un grupo de amigos europeos, me encontré con esa situación. Una de las chicas comenzó a regatear hasta llegar a un precio ridículo. Confieso que no me aguante y le pregunté “acaso no sabes a cuanto está el cambio? Ese precio es ofensivo”. Obviamente se molestó un poco, pero finalmente entendió que estaba comprando algo que para ella es una artesanía, pero que para él es su fuente de trabajo y de vida. Lo bueno es que no volvió a regatear. No en ese viaje al menos. ?
Nuevamente felicidades por el articulo. Pocos escriben sobre esas cosas
Muchas gracias por tus palabras, de algún modo desde este espacio intento crear conciencia. Que pasemos por los lugares dejando algo más que las pisadas y valorando a quienes se nos cruzan por el camino y su trabajo, creo que ayuda a derribar prejuicios y nos permite conocer otro mundo, el de las personas más allá de los paisajes. Un abrazo!