El año pasado me tomé unos días para hacer un roadtrip por algunos pueblos mágicos mexicanos. Al inicio del blog entrevisté a una viajera mexicana, Osbelia, con quien hice click de forma instantánea, parecía, a ratos, que vivíamos vidas paralelas y a poco andar se convirtió en una de esas amistades irrompibles, sin embargo jamás nos habíamos visto en persona.
Este viaje fue pensado para hacerlo juntas, de México yo conocía parte de la costa oeste, Riviera Nayarit, Puerto Vallarta y de la costa este, la península de Yucatán, pero lo que quería ahora era tomarme el tiempo de conocer varios pueblos mágicos del centro, incluido un paso por Ciudad de México y con esto en mente ella armó un itinerario. Hoy les contaré lo que fue nuestra visita a San Sebastián Bernal, conocido también como Peña de Bernal.
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No les miento si les digo que la visita a Bernal era, de nuestro itinerario, uno de los pueblos que más me emocionaba conocer. Lo había visto mucho en fotos y quería descubrir si era como lo mostraban, me parecía que tenía una vibra especial.
Este pueblo se caracteriza por su monolito, el tercero más grande del mundo (luego del Peñón de Gibraltar y el Pan de Azúcar) y su origen data de hace 10 millones de años. Su formación es producto de un volcán que se volvió inactivo, cuyo magma se solidificó y que con la erosión al paso de los años lo dejó a la vista formando el peñón.
Tengo que contarles además que “Peña de Bernal”, como se le conoce comúnmente, es un pleonasmo. El pueblo realmente se llama San Sebastián Bernal, donde “bernal” es una palabra Vasca que data de la época colonial y que quiere decir “peñasco grande aislado” y peña significa “fragmento grande de roca”, por lo que usar ambas palabras es redundante.
Llegamos a San Sebastián Bernal de noche a eso de las 20 horas, veníamos de Querétaro donde la plaza estaba absolutamente llena de vida y estábamos en vísperas de día de muertos por lo que todo estaba adornado en torno a esta festividad.
Llegando a Bernal mi amiga me advierte “no te extrañes, aquí la gente cierra todo temprano” y claro, salvo una procesión religiosa que nos topamos a la entrada, las calles estaban vacías y a oscuras y los comercios cerrados. Llegamos al lugar que habíamos reservado “Villa Peñasco” la reserva era una habitación para 2.
Nos recibió una chica que nos entregó la habitación, la entrada era por la calle aledaña a la recepción y daba a la calle, abrías una puerta de fierro y te encontrabas una escalera de caracol que daba a un piso completo para nosotras, una habitación doble hermosa y amplia, cocina, un estar hermoso hasta con chimenea y un amplio baño.

Nuestro piso en Villa Peñasco
Estábamos muy cansadas, ese día veníamos desde Valle de Bravo, habíamos parado en Querétaro a comer algo y conocer un poco y luego a Bernal por lo que una cama y una ducha era todo lo que necesitábamos.
Queríamos partir al día siguiente temprano a conocer el pueblo para partir más tarde a Guanajuato y le preguntamos a la chica de recepción a qué hora empezaba a moverse el pueblo, para salir a desayunar y nos dice “sí a eso de las 11”, pensé “debe estar bromeando”. Caímos en un sueño profundo y dejé mi despertador puesto para subir a la terraza a ver el amanecer en la peña.
Al despertar me puse cualquier cosa y subí, desde dentro de nuestro piso había una escalera de caracol que subía a un rooftop, las vistas me dejaron sin aliento. Fue uno de esos momentos en que abres una puerta y lo que ves te emociona tanto que es difícil de creer, tanto que agradeces mentalmente tener la suerte de estar ahí.
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Una fuente de agua, muchas flores de colores y de fondo la peña con los colores del alba. Respiré el aire fresco de la mañana, tomé fotos hasta que me cansé, grabé videos y me senté a contemplar el paisaje. Mi amiga Osbe, agotada de tanto manejar seguía durmiendo.

La vista desde el rooftop dejaba sin palabras a cualquiera
Al bajar Osbe estaba ya despierta, nos dimos un reponedor baño, nos arreglamos y de pronto miro por la ventana y ese pueblo hermoso que había visto minutos atrás se había convertido en Silent Hill. Una espesa niebla lo cubrió todo y ni la peña se dejaba ver. El hambre era fuerte ya y a eso de las 9:30 salimos a buscar un lugar donde comer.
Estacionamos el auto en el centro del pueblo y empezamos a caminar, dijimos bueno en un rato seguro se va la neblina y podremos ver la peña. Caminamos por todo el centro y no andaba un alma. En la esquina de la plaza, un señor de sombrero de ala ancha barría las hojas con afán. Nos señaló que como a las 11 abrían el comercio, efectivamente. Este pueblo sin duda vivía a su propio ritmo, sin importar lo que pasara en los pueblos vecinos.
Sin importar el hambre empezamos a perdernos por las calles y tomar fotografías, yo estaba encantada con los colores de las construcciones, rojos terracota, amarillos mostaza y el contraste con las flores, buganvilias de todos colores, que en Chile suelen ser tan difíciles de ver así. Me parecía cada pequeño detalle alucinante.

Los colores y los detalles me tenían fascinada
Hacia las 11 abrió el local donde queríamos desayunar “El Negrito” un local conocido por sus gorditas de maíz azul, disfruté ese desayuno con tantas ganas! las gorditas estaban deliciosas, recién preparadas y acompañadas de un café de olla de los más ricos que probé (aún sueño con volver). Al salir del local ya se había producido el milagro, el sol asomó despejando la peña y las vistas eran increíbles.

Esas gorditas y ese café de olla no los olvidaré

Mi felicidad al ver que el sol salió dejando la peña otra vez a la vista
Si bien no la subimos por tiempo, nos tomamos unos momento para ir a conocer un hotel realmente fantástico que se encuentra en Bernal. Me sorprendió que un pueblo tan pequeño tuviera un desarrollo hotelero tan completo, les hablo del Hotel Centenario Arroyitos.
Este hotel es una verdadera reproducción en miniatura del pueblo completo, con sus construcciones, sus colores y con habitaciones ambientadas en comercios y construcciones del pueblo! jamás me hubiera imaginado un lugar así.

La iglesia, tiendas, castillos, una plaza, todo dentro del hotel Centenario Arrollitos
El encargado, muy amablemente, nos mostró varias habitaciones, una por ejemplo estaba ambientada en una tienda, otra parecía un castillo y muy romántica contaba con hidromasaje y una terraza superior perfecta para ver el atardecer en la peña con un buen vino. Perfecto para ir con amigos o en pareja. Me encantó la verdad y los precios no eran para nada caros.

Por fuera una tienda y por dentro también! pero es una habitación
Mi visita a San Sebastián Bernal superó por mucho mis expectativas, a pesar de que no estuve mucho tiempo. La peña tiene un efecto magnético, una energía especial, los habitantes del pueblo viven a su ritmo, como si el tiempo aquí se hubiera detenido, perfecto para quienes necesitan bajar revoluciones del stress cotidiano. Las construcciones, los colores, las calles son encantadoras, sin duda es un lugar al que quiero volver. ¿ya lo conoces?

Prometo que volveré
Agradecimientos especiales a Osbe por tomarse unos días para mostrarme parte de los lugares más lindos de su país, como saben soy una enamorada de México y el viaje sin duda no hubiera sido lo mismo sin ella.
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